La campana de esta torre ya no suena, pero cuando lo hacía en el pasado, con el ta?ido podía escucharse también un lamento. Es el lamento de una joven que busca sus zapatos... Se dice que el emperador ordenó forjar una campana de 13.000 jin de peso y para ello se buscó al mejor forjador de Pekín. Tras terminarla, el emperador no quedó satisfecho con el color del bronce. Ordenó al forjador elaborar otra en un plazo de tres meses, bajo pena de muerte si no lo cumplía.
Tras repetidos intentos, el artesano no conseguía el efecto del bronce deseado por el emperador. La hija del forjador, desesperada al ver que su padre iba a ser ejecutado, decidió arrojarse a la fundición y con su cuerpo dar consistencia al bronce. Antes de saltar al metal caliente, se quitó sus zapatos.
El forjador finalmente logró el bronce que buscaba, pero su hija había desaparecido. Sólo encontró sus zapatos junto a la fundición.