El taijiquan hace hincapié en la necesidad de contrarrestar la dureza con la suavidad y lograr la victoria con medios ingeniosos en lugar de la fuerza bruta. La “suavidad” y el “ingenio” implican en este caso una aplicación ingeniosa de la fuerza o, en la fraseología mecánica, el uso de la mínima energía para realizar el máximo de trabajo. Esto se manifiesta particularmente en los duelos taiji tuishou ("empujar las manos"), que son básicamente concursos de fuerza pero cuyo resultado no está determinado únicamente por la fuerza. Una persona con una fuerza inferior seguramente será derrotada en una contienda si la convierte en una prueba de fuerza, pero podría salir victorioso si sabe cómo usar su fuerza inteligentemente.

Algunos clásicos del taijiquan describen a la disciplina en términos de “fuerza de enrollar el hilo de seda”, algo que está constantemente en movimiento circular. En cuanto a la forma y la postura del practicante, el tronco, las piernas y los brazos tienen que estar curveados para formar un todo flexible capaz de reaccionar ante fuerzas externas con un alto grado de adaptabilidad, sea cediendo a una fuerza entrante mientras se neutraliza o desvía, sea lanzando un ataque concentrando su propia fuerza en un solo punto o, como en el caso de un luchador experimentado, “tomando prestada” la energía de la fuerza entrante para acometer la haza?a de “contrarrestar el peso de mil libras con cuatro onzas”.