Casi todas las aldeas en Pujiang tienen una plaza, donde el dragón entra y da tres vueltas antes de comenzar la danza. Con el repique de los tambores empieza el baile. Entre vítores y aplausos, los aldeanos hacen los pasos, sosteniendo las fracciones y haciendo como si el dragón serpenteara más estrechamente su cuerpo. Después se ve al animal aflojando gradualmente su cuerpo arrollado. A veces su cabeza avanza rápido y en ese momento los que estén en la parte posterior tienen que correr más rápido, haciendo un movimiento curvilíneo. Los pasos se hacen cada vez más acelerados y al final casi galopan. De repente un chico se cae y después, dos mujeres. Se cree que la caída trae buena suerte. Entre la risa de espectadores, la danza continúa y el cuerpo del dragón se mantiene completo.
Quince minutos después la danza termina y el dragón es invitado a la aldea, como símbolo de felicidad y buena cosecha. Esta vez pisa los campos cultivables y arrolla su cuerpo tres veces a la derecha y tres veces a la izquierda. Dicen que la tierra por donde él pase obtendrá una buena cosecha en oto?o.
Como el dragón se relaciona con la cosecha, se prohíbe saltar por encima de él y cierta mala conducción será objeto de castigo. Estuve rodeado por su cuerpo sin ninguna salida y después logré escapar por debajo, pues dos aldeanos levantaron sus segmentos al ver mi apuro.
En la noche, los faroles encendidos en cada parte que une al dragón avanzan entre las monta?as y de lejos se asemejan a un dragón de fuego, que al final de la danza se muestra arrollado. Su cabeza parece un estambre y las lámparas pétalos forman una flor bien abierta.
La danza del dragón del Festival de los Faroles comenzó a celebrarse en Pujiang en el siglo VII y alcanzó su auge en el XVIII, según datos históricos. Es una tradición que se ha trasmitido de generación en generación en las zonas costeras del sur y se basa en un cuento popular sobre una sequía que atacó el área en épocas antiguas.
Ningún rezo o sacrificio de la gente pudo traer ni una gota de lluvia, hasta que el dragón del Mar del Este, compadeciéndose por la masiva muerte del pueblo, se lanzó desde el mar e hizo caer la lluvia. El dios, muy enojado por el hecho, lo castigó cortándolo en múltiples pedazos y lo tiró a la tierra. La gente recogió por todas sus partes, las unieron y rogaron que su salvador pudiera resucitar. Así nació la tradición.