Cuatro veces al a?o, 80 ni?os de una remota aldea en las monta?as Pamir emprenden un camino a la escuela que dejaría pálido a la mayoría de los padres, escalando precipicios de mil pies de altura y pasando ríos crecidos para llegar a las aulas.
Los menores, de entre seis y 17 a?os de edad, viven en Pili, una aldea de unos 400 pastores y campesinos en las elevadas estribaciones que separan a China de Tayikistán y Afganistán.
Pero su escuela se encuentra a unas 120 millas de distancia, con 50 millas inaccesibles para los vehículos, por lo cual deben atravesarlas a pie o en camello.
“Hay un solo camino para llegar a la aldea, y se tienen que escalar las monta?as”, destaca Su Qin, profesora jefa del internado en el poblado de Taxkorgan, donde estudian los ni?os. “La aldea está completamente aislada. Los caminos solo lo llevan más lejos”, agrega.
Así, cuatro veces al a?o, antes y después de los semestres de verano e invierno, un grupo de profesores se prepara para escoltar a los menores en su viaje. El periplo incluye al menos dos días y una noche de senderismo, y los ni?os a veces llegan a la escuela hasta una semana después de iniciadas las clases.
La parte más peligrosa del viaje es un paso de unas pocas pulgadas de ancho, hecho en la pared de un precipicio a unos mil pies sobre la superficie del valle. Sin arneses de seguridad, los profesores guían cuidadosamente a su “tropa”.
Además hay cuatro ríos congelados que cruzar, una tirolina de 600 pies de largo por la cual deslizarse, y puentes que son de apenas una tabla de ancho. Los profesores generalmente cargan a los más peque?os sobre sus espaldas, pero algunos han caído alguna vez al agua, sin que se reportaran da?os serios.
“Los padres consideran realmente que esto ayuda a fortalecer a los ni?os, y les transmite una muy buena experiencia”, asegura Su. “Sin embargo, algunos padres se niegan a dejar que sus hijos vayan a la escuela. Ellos están tan aislados del mundo que no aprecian la importancia de adquirir conocimientos para la vida de sus hijos”. Subraya que no se han producido accidentes durante los viajes de los ni?os que se realizan desde hace dos a?os, cuando se construyó la moderna escuela de tres pisos.
“Nos aseguramos de que siempre haya un grupo responsable de profesores y funcionarios locales que acompa?e a los ni?os, para quienes muestran el mayor de los cuidados”, a?ade.
“Es realmente más seguro en invierno pues pueden caminar sobre el río congelado. No necesitan así escalar las monta?as y desviarse”, explica. “Algunas veces hasta pueden ir en camello”. Su confiesa que tiene dos ni?os de Pili en su clase de música en la escuela que dicen disfrutar mucho la aventura del viaje.
“Uno de ellos tiene 11 a?os y mucho talento para la música, aunque no así académicamente. Es definitivamente un líder. Pese a ser el más peque?o de la clase, tiene la mayor autoridad. Los dos ni?os son, de hecho, muy seguros”.