Durante la dinastía Han del Oeste, los espejos de bronce utilizados eran relativamente gruesos y pesados. La mayoría de los patrones decorativos en esta época consistían en formas geométricas, figuras sobrenaturales o animales, acompa?ados de inscripciones de tres o cuatro caracteres que transmitían mensajes tales como “amor eterno”, “inolvidable”, “abundancia eterna” o “felicidad duradera”.
Durante las dinastías Song y Yuan, se fabricaron todo tipo de espejos de bronce, con una gran variedad de formas: redondos, rectangulares, romboidales, octagonales, o con asa. A partir de la dinastía Qing, sin embargo, el espejo de bronce empezó gradualmente a perder popularidad frente al espejo de cristal.
Este es un tesoro de la dinastía Han del Oeste que puede verse en el Museo de Shanghai. De 11,5 centímetros de diámetro, al igual que la mayoría de los espejos lleva los clásicos patrones e inscripciones en el reverso. Sin embargo, este espejo posee una característica muy especial: cuando la luz se refleja sobre su superficie pulida, el espejo devuelve el reflejo a la pared de enfrente, y, con él, también las inscripciones y motivos decorativos que tiene en el reverso, como si la luz hubiera penetrado el espejo de lado a lado. Durante muchísimo tiempo, los científicos fueron incapaces de encontrar ninguna explicación al fenómeno, por lo que este espejo llegó a conocerse como “el espejo mágico”. Hoy en día, en cambio, reproducciones del espejo se venden como souvenirs para los turistas, y tienen una gran aceptación.