Contraer matrimonio una pareja de igual condición y status social constituía el estándar matrimonial de la antigua China. En la dinastía Zhou, por ejemplo, se prohibía expresamente la relación matrimonial entre un noble y una persona del pueblo llano. Durante las dinastías Jin del Oeste y Jin del Este y las dinastías del Sur y del Norte, la sociedad se caracterizaba por una jerarquía tan estricta, que ni siquiera los altos funcionarios podían casarse con la gente sencilla.
El régimen de funcionarios fue desapareciendo en las dinastías Sui y Tang, pero la premisa de contraer matrimonio sólo con una pareja de igual condición y status social continuó siendo la regla fundamental que marcaba las relaciones matrimoniales, aunque más tarde fue sustituida simplemente por la prohibición para las personas respetables de contraer matrimonio con las personas que se consideraran por uno u otro motivo despreciables. Bajo el régimen feudal, las prostitutas y sirvientes fueron discriminadas debido a su profesión y en el registro de residencia se las calificaba como “personas despreciables”. Los hombres respetables no tenían permitido casarse con tal tipo de mujeres, y de violar la norma eran castigados penalmente. Pero estas normativas sólo hacían referencia a las esposas, y no a las concubinas. Por lo tanto, las mujeres de posición social baja pero de gran belleza, como lo fue Dong Xiaowan, que fue una de las “ocho prostitutas más hermosas de la zona del río Qinhuai”, habitualmente se convertían en concubinas de los nobles.
El régimen matrimonial de la antigua China reconocía la posición preferente de la esposa oficial, mientras que las concubinas fueron consideradas como poco o nada más que mercancías. En una familia feudal, sólo la esposa oficial poseía el mismo derecho que su marido. Si el esposo moría primero, su esposa tendría que permanecer viuda, y si era ella la que moría primero, el esposo debía permanecer viudo en lo espiritual y aunque tenía permitido casarse con otra mujer.
A partir de la dinastía Zhou de Oeste, los chinos empezaron a estructurar el proceso matrimonial basándose en seis ritos. El primero consiste en que los hombres deben acudir a una casamentera para que les busque una mujer adecuada y pida su mano en su nombre. El segundo es que la casamentera debe preguntar por la fecha de nacimiento de la mujer y el apellido de su madre, con el objetivo de saber si viene de una familia noble o no. El tercero es adivinar el futuro del matrimonio en el templo familiar. Si el resultado es positivo, pasará al cuarto rito, consistente en que el hombre enviará regalos a la familia de su futura esposa, confirmando así el enlace. El quinto rito consiste en la elección de la fecha para la ceremonia. Es la familia del hombre la que lo hace, y la fecha debe ser seleccionada cuidadosamente a través de la adivinación. Luego se le comunica a la familia de la mujer. El sexto se refiere a la ceremonia de la boda, en que el hombre tiene que recoger a su esposa en su casa de origen. Según el régimen antiguo, no se establece el matrimonio hasta que no se hayan cumplido estos seis ritos.
En la sociedad feudal, por otro lado, también existía el divorcio. El repudio del marido a su esposa constituía la principal forma de efectuar un divorcio, y este podía basarse para tal decisión en siete motivos diferentes: no tratar bien a los suegros, no tener hijos, tener relaciones sexuales con otros hombres, no permitir a su marido tener más mujeres (en la antigua China, además de una esposa oficial, los hombres podían tener varias mujeres más como concubinas), padecer alguna enfermedad grave y contagiosa, sembrar la discordia entre los familiares de su marido y usar sin permiso los bienes familiares. Sin embargo, el régimen feudal estableció también tres condiciones bajo las cuales el hombre no podía repudiar a su esposa, a pesar de que ésta cometiera los errores arriba mencionados: el marido no podía repudiar a su esposa si esta no tenía ningún familiar, si ha estado de luto junto con su esposo tres a?os por el fallecimiento de su suegro o suegra y si ha pasado momentos difíciles junto con su marido a comienzos de la vida matrimonial, aunque finalmente hubieran podido disfrutar de una vida cómoda.